2° Corintios 8:9
"Ya conocen la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que, aunque era rico, por causa de ustedes se hizo pobre, para que mediante su pobreza ustedes llegaran a ser ricos"
Él era pobre. Nació de padres humildes. No fue el hijo de un príncipe o el hijo de algún poderoso. Era conocido como el hijo del carpintero. Después que Su madre le hubo puesto los pañales, le colocó en un pesebre. Él no fue como quienes nacen en habitaciones de mármol y son cubiertos de púrpura. Él fue un plebeyo, y ocupó un lugar humilde inclusive en Su nacimiento.
Es enviado a Egipto: muy pronto se convierte en un exiliado. Difícilmente cualquier pobreza en el mundo se puede comparar a la pobreza del pobre emigrante que deja su país, ya sea por falta de pan o por temor de su vida. Cuando descienden a Egipto Jesucristo y Su madre, son un cuadro vivo de la pobreza. El Hijo de Dios debe acampar en Egipto durante un tiempo. Y cuando regresó no buscó amistades entre los comerciantes o las personas de la clase media, y mucho menos entre los grandes y los soberbios de espíritu, sino que se vistió con la túnica del obrero, "la cual era sin costura, de un solo tejido de arriba abajo;" y sus íntimos conocidos eran pescadores de Galilea.
Si Él dio todo por nosotros, ¿cómo podemos darle menos que todo a Él? ¡Y aun cuando hayamos dado todo, lo consideraremos poco por tal Señor y por tal amigo! Jesús dio todo. ¿No entregaremos nosotros todo nuestro ser?