Por sus frutos los conocereis.
A los ojos del mundo, y de muchos creyentes,
denunciar la falsa doctrina es sinónimo de soberbia, de legalismo, de falta de
amor, misericordia, de compasión y de amor por el prójimo. Sin embargo, la
escritura enseña otra cosa; Nuestro gran desafío como creyentes es seguir la
Verdad de Dios en amor, no sacrificar la verdad en nombre de un falso amor que
no reprende, que no confronta, que no dice la verdad….
Allí donde se enseñan las estrictas
demandas del verdadero discipulado, también aparecen las falsas doctrinas que incitan
al paso a través de puerta ancha y el camino fácil, diluyendo la verdad.
(Recordemos la parábola del trigo y la cizaña) Mateo 13:24-43
Son los que profesan hablar de parte
de Dios y vienen con disfraz de oveja, dando la apariencia de ser verdaderos
creyentes pero no lo son; por dentro son lobos rapaces, incrédulos,
depredadores de aquellos que se acercan a la fe pero son inmaduros e
inestables.
16 Por sus frutos los conocerán. ¿Acaso se recogen uvas de los
espinos, o higos de los cardos? 17 Del mismo modo, todo árbol bueno da fruto bueno,
pero el árbol malo da fruto malo. 18 Un árbol bueno no puede dar fruto malo, y un
árbol malo no puede dar fruto bueno.
Los versículos 16-18 tratan acerca de la detección de los
falsos profetas: por sus frutos los conoceréis. Sus vidas licenciosas y
enseñanzas destructivas los traicionan.
La vida y la enseñanza de los que pretenden hablar de parte
de Dios deberían ser puestas a prueba por la Palabra de Dios.
EL peligro de malinterpretar: “No
juzgues, para que no seas juzgado”
Uno de los versos más mal utilizados
de la Biblia es: «No juzgues, para que no seas juzgado» (Mateo 7:1). Cada
versículo de la Escritura debe ser leído en su contexto. En el versículo 2-5 de
este mismo capítulo es evidente que el versículo 1 se refiere al juicio
hipócrita. Un hermano que tiene una viga en su propio ojo no debe estar
juzgando al hermano que puede tener un grano de arena en su ojo. La lección es clara; no
se puede juzgar a otro por su pecado a menos que hayas confesado y abandonado
ese pecado.
Aquellos que apelan a «No juzguéis,
para que no seáis juzgados», para condenar a los que exponen el error, deben
leer todo el capítulo: «Cuidaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros
con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. 16 Por sus frutos
los conoceréis” (Mateo 7:15-16).
¿Cómo podemos conocer a los falsos
profetas a menos que los juzguemos por la Palabra de Dios? ¿El Señor quiere
decir que no debemos juzgarlos por su modo de vida y su doctrina? Ciertamente
no, porque no se puede saber sin juzgar, es decir, comprobar a través de lo que
la Biblia enseña.
Por otra parte, Jesús nos dice: « No
juzguen por las apariencias; juzguen con justicia» (Juan 7:24). Aquí
nuestro Señor manda que juzguemos basados en la Palabra de Dios. Si se juzga
por cualquier otra razón, diferente de la Palabra de Dios, es una violación de Mateo 7:1.
Aquellos que no están dispuestos o son
incapaces de discernir o juzgar entre el bien y el mal, revelan de esta manera
su desobediencia a Dios o su falta de conocimiento de la Escritura. La Biblia
nos dice que el Espíritu dice explícitamente que en tiempos posteriores algunos
se apartarán de la fe, prestando atención a espíritus engañosos y a doctrinas
de demonios (1 Timoteo 4:1-3).
Cuando permitimos a los falsos
maestros difundir libremente sus doctrinas venenosas, porque los cristianos no
tienen el coraje de exponerlas como lo hicieron Jesús y Pablo, los lobos con piel de oveja estarán habilitados
para saquear al rebaño, destruyendo así a muchos y enviándolos a la
condenación eterna.
Jesús dijo a los fariseos religiosos,
«¡Generación de víboras, ¿cómo pueden ustedes que son malos, hablar cosas
buenas porque la boca habla de la abundancia del corazón» (Mateo 12:34). Para
muchos evangélicos y algunos fundamentalistas hoy en día, esto sería un
lenguaje inaceptable, porque para ellos es decirlo sin amor y cruelmente, pero
estas palabras proceden directamente de la boca del Hijo de Dios. Lo más
amoroso que podemos ser es decirle a la gente la verdad – y conocerás la
verdad, y la verdad os hará libres (Juan 8:32).
Hoy en día, estos falsos maestros han
entrado en las iglesias con sus libros, música, literatura, películas,
psicología y sus discursos, y han convertido la casa del Padre en una cueva
de ladrones.
Es hora de que los hombres de Dios se
levanten y expongan sus errores para que todos los vean. Jesús tomó acción y
trató con ellos cuando limpió el templo. Jesús les dijo: «Mi casa será llamada
casa de oración para todas las naciones. Más vosotros la habéis hecho cueva de
ladrones.» (Marcos 11:17)
La Biblia nos dice que debemos
ponerlos a prueba. «Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los
espíritus, si son de Dios, porque muchos falsos profetas han salido al mundo»
(1 Juan 4:1). Todo aquel que se llama cristiano necesita ser probado por la
Palabra de Dios.
Debemos tener cuidado y evitarlos. «Les
ruego, hermanos, que se cuiden de los que causan divisiones y dificultades, y
van en contra de lo que a ustedes se les ha enseñado. Apártense de ellos»
(Romanos 16:17). Aquellos cuya conducta y enseñanza contradicen la Palabra de
Dios que debemos que tener cuidado y evitar estrictamente.
No debemos tener nada que ver con
ellos. «No tengan nada que ver con las obras infructuosas de las tinieblas;
al contrario, denúncienlas» (Efesios 5:11). Se nos ordena no tener nada que ver
con estos falsos maestros, profetas, apóstoles, etc., sino que debemos
exponerlos. No debemos callarnos, sino seguir la advertencia de Pablo a Tito,
debemos apegarnos a la palabra fiel, según la enseñanza que recibió, de modo
que también pueda exhortar a otros con la sana doctrina y refutar a los que se
opongan (Tito 1:9). ¿Cómo podemos obedecer las Escrituras a menos que
expongamos a los falsos maestros por medio de la Palabra de Dios?
No debemos recibirlos en nuestra casa. «Si
alguien los visita y no lleva esta enseñanza, no lo reciban en casa ni le den
la bienvenida, 11 pues quien le da la bienvenida se hace cómplice de sus malas
obras» (2 Juan 1:9-11). Juan
está hablando de aquellos que no permanecen en la enseñanza de
Cristo. Tenemos que recordar que las falsas doctrinas no sólo nos son traídas
por falsos ministros, sino también por aquellos que vienen llamando a nuestras
puertas enseñando un evangelio falso, a través de la radio, la televisión, la
música y la literatura. Las personas que están desinformados dejan que estos
falsos maestros entren en su casa sin el conocimiento del peligro que se
avecina.
Debemos tener cuidado de los que
predican un evangelio diferente. Pablo advirtió acerca de aquellos que
predican «otro Jesús…otro espíritu…u otro evangelio» (2 Corintios 11:4). ¿Cómo
podemos saber a menos que juzguemos su Jesús, su espíritu y su evangelio por la
Palabra de Dios? Pablo llamó a tales predicadores de “falsos apóstoles, obreros
fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo» (2 Corintios 11:13).
Él explica en el versículo 14-15 que estos predicadores son los ministros de
Satanás y su fin será conforme a sus obras.
Debemos separarnos de ellos. «Por
tanto, salid de en medio de ellos y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo
impuro; y yo os recibiré» (2 Corintios 6:17). Esto se hace muy simple; el
pueblo de Dios debe salir de la apostasía y del error religioso.
Muchos creen equivocadamente
que es incorrecto exponer el error y nombrar a los maestros culpables; pero
como hemos visto hasta ahora, la Biblia enseña lo contrario.
Pablo nombró a Pedro públicamente. Pedro
era culpable de prácticas no bíblicas. Como resultado, “los demás judíos se
unieron a Pedro en su hipocresía, y hasta el mismo Bernabé se dejó arrastrar
por esa conducta hipócrita” (Gálatas 2:13). Cuando la integridad y la pureza
del evangelio están en juego, nosotros, como verdaderos cristianos, no tenemos
más remedio que exponer el error y nombrar al culpable.
Pablo nombró a Demas por amar el
mundo. «Pues Demas, por amor a este mundo, me ha abandonado y se ha ido a
Tesalónica» (2 Timoteo 4:10). Los que abandonan la causa de Cristo para la
vida y los placeres mundanos deben ser identificados y expuestos.
Pablo nombró a Himeneo y a Fileto. Le
dijo a Timoteo: «Esfuérzate por presentarte a Dios aprobado, como obrero que no
tiene de qué avergonzarse y que interpreta rectamente la palabra de verdad. 16
Evita las palabrerías profanas, porque los que se dan a ellas se alejan cada
vez más de la vida piadosa, 17 y sus enseñanzas se extienden como gangrena.
Entre ellos están Himeneo y Fileto, 18 que se han desviado de la verdad. Andan
diciendo que la resurrección ya tuvo lugar, y así trastornan la fe de algunos»
(2 Timoteo 2:15-18).
La falsa doctrina perturba la fe de
algunos, por lo que los que la proclaman deben ser expuestos, si no, la
falsedad se extiende como gangrena.
Como leemos en el Antiguo Testamento, Natán
también identificó y expuso al rey. Había un hombre en un lugar muy alto
que era un adúltero secreto. Seguramente este hombre que ocupaba el más alto
cargo en la tierra no podía ser reprendido por un profeta humilde e impopular.
Sin embargo, Natán fue directamente a la presencia de David, reveló el pecado
en forma de parábola, y luego le dijo al enfurecido David: «Tú eres ese hombre»
(2 Samuel 12:7).
Obviamente necesitamos estar
seguros de nuestros datos cuando hacemos esto y también presentar estos
cargos sólo si está motivado por una preocupación genuina por los que se pueden
desviar de la Verdad, si no hablamos. Debemos tener cuidado con los «falsos
maestros… que en secreto traerán herejías destructivas» (2 Pedro 2:1).
Los mensajeros fieles advierten a las
ovejas de estos herejes, y los identifican por su nombre. No es suficiente dar
una idea general de su identidad, porque los corderos jóvenes no entenderán y
serán destruidos por estos lobos si no tenemos el coraje de exponerlos.
Tenemos que disciplinarnos en el
estudio de la palabra de Dios para protegernos de los falsos profetas.
Seamos
como los ciudadanos de Berea, que examinaban las Escrituras todos los días para
ver lo que el apóstol Pablo dijo era la verdad. (Hechos 17:11)